Trabajar con comunidades, un aprendizaje de doble vía

Quienes amamos lo social, sabemos que trabajar en, desde y con comunidades puede ser mágico, pero también caótico y aunque es difícil tener una forma concreta para que un proyecto social sea exitoso, recordar que estamos trabajando con seres humanos es una premisa fundamental para sortear los diversos avatares que se puedan presentar y, sobre todo, para tener la mente abierta a los aprendizajes que podemos obtener.

Frecuentemente, se suele romantizar el trabajo con comunidades, pensando que todo tipo de intervenciones son positivas, esperadas, necesarias y que llegarán a salvar las regiones donde se ejecutan. No siempre es así, muchas veces se termina realizando acción con daño porque “también las acciones destinadas a proteger, ayudar y ofrecer bienestar a las personas, pueden producir casi siempre de manera involuntaria, efectos no deseados, impactos negativos que configuran diferentes tipos de daños.” (Rodríguez, Ana Luz; 2008).

Y claro, las dificultades son para todos los actores que intervienen en la ejecución de Proyectos sociales porque  “de otro lado, la gente no legitima el saber técnico: en ocasiones ven a los ejecutores como jóvenes, carentes de experiencia y sin capacidad de leer realidades ni contribuir a transformarlas, por lo que se instaura una relación utilitaria: se espera recibir algún beneficio, pero no se trasciende a otras posibilidades (Villa Gómez, Juan David; Barrera Machado, Daniela; Arroyave Pizarro, Laura & Montoya Betancur, Yirley; 2017).

Entonces ¿es posible trabajar con comunidades de manera exitosa? Claro, todo lo que esté mediado por las relaciones humanas es impredecible, pero no imposible; incluso esa es una de las características que hace a los Proyectos Sociales más emocionantes y edificantes.

El reto es establecer lazos de confianza que se pueden construir con herramientas de comunicación como el dialogo y, sobre todo, la escucha activa. También es muy importante ver a las personas más allá de su rol dentro del proceso, encontrar un equilibrio entre lo que se va a ofrecer y lo que las comunidades tienen para aportar; además cimentar la relación en valores importantes para ambas partes, esencialmente la honestidad y el respeto.

La honestidad porque, sea cual sea la razón o el propósito del trabajo, es importante que las comunidades conozcan los ejecutores, los porqués de los proyectos, lo que se espera de ellos y lo que realmente pueden recibir, bien sea material o intangible porque las falsas expectativas pueden echar por la borda hasta la mejor de las intenciones.

Y, en este caso el respeto va más allá de la consideración por el otro como individuo, más bien debe recoger lo que es la comunidad porque muchas veces en el desarrollo de cualquier proyecto nos encontraremos con formas de ser y proceder socialmente muy distintas a nuestras propias costumbres y eso puede ser un problema o la mejor oportunidad para aprender y valorar la diversidad. Nunca se deben despreciar los conocimientos populares, la cultura y experiencias que los pobladores tienen, quienes ejecutamos trabajos en las comunidades y hemos pasado por la academia, jamás debemos pensar que ya lo sabemos todo porque establecer jerarquías nos aleja del otro, nos priva de aprendizajes que jamás recibiremos en las aulas.

Los proyectos sociales pueden ser de múltiple índole, pero cuando de una u otra forma están relacionados con el periodismo, conllevan responsabilidades especiales y más si esa producción no está destinada a medios de comunicación masivos. En el trabajo que realizamos desde Gestión y Acción hemos tenido experiencias maravillosas que nos han permitido aprender que, sin importar el propósito de las producciones periodísticas que realizamos, la voz de la comunidad debe sonar a todo volumen.

Colombia fue pionero y es un referente en radio comunitaria, un modelo que, a pesar del tiempo y las nuevas tecnologías sigue vigente. “La radiodifusión comunitaria tiene 60 años de existencia en el mundo y sus inicios se marcan en América Latina, en Sutatenza, Colombia, con la utilización de la radio como un medio para alfabetizar en un medio rural. A partir de entonces ha corrido mucha historia, se le ha nombrado de muchas formas y su definición ha ido cambiando de acuerdo con los contextos históricos y sociales que se viven, siempre vinculada a los movimientos sociales que reivindican sociedades más justas y democráticas.” Calleja, Aleida (2009).

Pero no sólo es la radio, los distintos medios comunitarios no sólo sobreviven; también siguen siendo muy importantes por una razón fundamental: el peso de lo local. Y es que no es lo mismo sintonizar una emisora, encender el televisor o leer un periódico nacional, de las grandes empresas de comunicación, cuyas notas y contenidos casi siempre se sienten ajenos; en cambio, los medios comunitarios reflejan directamente el acontecer propio, narran realidades conocidas, retratan los paisajes y las personas cotidianas, les dan voz a los ciudadanos.

“La comunicación comunitaria se desarrolla con espacios que recuperan la lengua y permite que las comunidades se encuentren en sus propias realidades. Igualmente, gracias a esta, es posible generar sentidos de pertenencia entre los sujetos, por medio de sus prácticas diarias en el barrio, la comunidad, o cualquier espacio de encuentro”.  (Cárdenas, Nicol. En Ondarural.com.2019).

Y son todas esas características trascendentales de los medios de comunicación comunitarios, las que deberíamos aprovechar en el trabajo con comunidades, incluso sí el proyecto social no tiene nada que ver con el ejercicio del periodismo porque abordar a las comunidades desde sus hábitos y no desde los ajenos, visibilizar sus costumbres y no imponer las propias, escuchar sus voces y no hacer un monólogo permiten una interacción real y genera apertura para el trabajo que se quiere realizar.

Sin duda, los proyectos sociales más significativos son los que terminan en un intercambio de saberes, los que tocan las fibras de la comunidad; pero sobre todo de los ejecutores que se permiten pensar que el trabajo con comunidades es un aprendizaje de doble vía. En Gestión y Acción somos afortunados de poder llegar a distintos lugares de Colombia, conocer regiones con historias dignas de contar y resaltar y queremos, así como lo hacen los medios comunitarios, narrarlos a través de nuestras letras, mostrarlos con nuestras fotografías y darles eco a sus palabras.

Silvana Escobar Arias

Silvana Escobar Arias

Gestión y Acción.

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